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1.3.1. La reforma agraria

El proceso de reforma se inició con la reforma agraria. En la época maoísta se fundaron cooperativas agrícolas y comunas populares para explotar de forma colectiva la tierra. El sistema de la comuna se fijó cinco objetivos principales, lográndose tres de los mismos: desarrolló la infraestructura rural, especialmente sistemas de riego y el uso de semillas y fertilizantes; creó un sistema de organización dirección rural (que no sólo era útil para las necesidades políticas y sociales, sino también para el desarrollo de determinados servicios relacionados con la agricultura, como el abastecimiento y la comercialización); y desarrolló determinados servicios sociales, como la medicina y la educación, mediante el uso obligatorio de fondos locales para estos fines. Lo que no se consiguió fue un crecimiento significativo de la producción agraria, ya que, aunque ésta creció más rápidamente que la población, la producción per cápita de grano pasó de 283 Kg. en 1952 a tan sólo 317 Kg. en 1978. Además la diversificación fue insuficiente, estando la agricultura muy centrada en el cultivo de grano.

En 1979 se emprendió un proceso de reforma agraria que consistió en el regreso desde una agricultura socializada a una agricultura individual y doméstica, siendo sus aspectos más relevantes la reinstauración del sistema de explotaciones individuales (“sistema de responsabilidad familiar”) y la consiguiente abolición de las comunas, la liberalización de los precios, la diversificación agrícola y el desarrollo comercial.

Las tierras permanecieron en manos del Estado, pero fueron arrendadas a los agricultores mediante contratos de larga duración (15-25 años), en virtud de los cuales los agricultores se comprometen a entregar un porcentaje de su producción al Estado. A este sistema se le denominó «sistema de responsabilidad familiar».

Por consiguiente, se abolieron las comunas, sustituyéndolas por un nivel básico de gobierno, el xiang (habitualmente traducido como «pueblo»). La antigua brigada de producción pasó a ser la «aldea» (cun), regida por un comité de ciudadanos elegido por los mismos, y el anterior equipo de producción fue reemplazado por cooperativas con un reducido papel en la producción. La principal institución colectiva que permaneció fue la aldea; aunque su papel fue también bastante reducido, conservó ciertas funciones, como supervisar los contratos de producción con las familias, prestar determinados servicios relacionados con la agricultura, como el mantenimiento del sistema de irrigación, y servicios sociales.

Asimismo, se liberalizaron los precios, aumentando considerablemente: entre 1978 y 1980 crecieron en una media de un 30% y entre 1980 y 1983 en una media de un 13%.

Por otra parte, se abandonó el énfasis del período Maoísta en la producción de grano como único producto agrícola, favoreciéndose la diversificación de la agricultura, por ejemplo, mediante subidas en los precios de nuevos productos, como el algodón.

También se favoreció la creación de un mercado de productos agrícolas mediante el aumento de la parte de la producción que los campesinos podían vender libremente en el mercado (los campesinos debían entregar un determinado volumen al Estado y el resto podía ser vendido libremente en el mercado).

Asimismo, se fomentaron las explotaciones familiares dedicadas a la producción exclusiva para el mercado, en sectores como la apicultura, cría de conejos, pollos o visones. También se fomentó el comercio rural-urbano, se introdujo la venta al por mayor, se promovieron los mercados locales y se crearon mercados de futuros de grano.

1.3.2. La apertura al exterior

En el plano exterior, China, que desde 1972 se encontraba en una alianza de facto con Estados Unidos contra el expansionismo soviético, experimentó un aperturismo a a partir de 1978.

Donde más se dejó notar este aperturismo fue en el comercio exterior. China se había caracterizado por tener una economía cerrada con poco comercio. Durante la década de los 50 hubo intercambios con otros países con sistemas soviéticos, que hasta cierto punto compensaban el bloqueo económico promovido por Estados Unidos. Después de romper sus relaciones con la Unión Soviética, China empezó a comerciar con otros países, pero la revolución cultural interrumpió en gran parte estas importaciones. Aunque se reanudaron a principio de los 70, los vínculos económicos de China con el mundo exterior mejoraron poco. Así, las exportaciones chinas representaban en 1978 tan sólo un 0,3% de las exportaciones mundiales. Oficialmente, entre 1952 y 1973 las exportaciones crecieron en un media anual del 6%.

En 1978 el comercio exterior era llevado a cabo exclusivamente por 15 corporaciones de comercio exterior que operaban bajo un plan comercial. A partir de ahí, China disminuyó el control centralizado estatal sobre el comercio exterior, descentralizando rápidamente las competencias en este campo (mediante la concesión de poderes en materia de comercio exterior a algunas provincias y ciudades), creando nuevas corporaciones de comercio exterior, reduciendo el alcance de un plan de comercio y permitiendo la retención de divisas a nivel local. Además, se mercantilizaron las compañías de comercio exterior y se les permitió que retuviesen parte de las divisas que obtenían.

Por otra parte, se utilizaron, a partir de 1979, con el objeto de financiar las importaciones necesarias para la modernización del país, incentivos a la exportación, como la depreciación del tipo de cambio, la autorización a los exportadores a retener las divisas obtenidas, la introducción de bonificaciones fiscales, la concesión de subvenciones directas a las exportaciones planificadas (que serían eliminadas en 1984) y la concesión de créditos a la exportación para maquinaria y bienes de equipo.

Asimismo, el Gobierno redujo de forma gradual los aranceles y suprimió licencias, cuotas y controles de importación y exportación para algunos productos.

Las importaciones de materias primas y otros suministros para la fabricación de productos exportables estuvieron liberalizadas desde el principio, dejándose la liberalización de las importaciones de otros productos para el final.

Por otra parte, China, que hasta 1979 había estado cerrada a la inversión extranjera, abrió gradualmente los diferentes sectores a la misma, con el objeto de obtener divisas y acceder a tecnologías relativamente avanzadas y técnicas de gestión. Ello representó una mayor ruptura con los principios autárquicos de la era prerreformista, reconociéndose que China no podía llegar con sus propios recursos al nivel mundial.

También se desarrolló un marco legal favorable y se crearon zonas especiales de inversión, en las que se ofrecían incentivos fiscales y de otro tipo a la inversión extranjera. Al inicio de la reforma se establecieron cuatro Zonas Económicas Especiales (ZEE) (Shenzhen, Zhubai, Shantou y Xiamen) en la costa de las provincias de Guangdong y Fujian, áreas con una larga tradición de vínculos económicos con el extranjero. Estas áreas iban a ser puntos de contacto con la economía internacional en cuanto a comercio e inversión, así como lugares de prueba para reformas económicas más radicales antes de que fueran introducidas en el resto de China. A ello siguió la declaración de catorce «ciudades abiertas», a lo largo de la costa, a las que se traspasaron competencias en relación con la inversión extranjera.

1.3.3. Otras reformas

Entre 1978 y 1983 las reformas introducidas en el tejido industrial de las ciudades fueron experimentales y limitadas, dándose un importante impulso a partir de 1983. Asimismo, entre 1979 y 1984 se realizaron algunos progresos limitados en el establecimiento de mercados, aunque éstos todavía estaban sujetos a fuertes controles por parte del Estado.

Por lo que se refiere a las reformas sociales, China las dejó para etapas posteriores, por tres razones:

 

– Las reformas laborales resultaban especialmente sensibles desde un punto de vista político, ya que amenazan el estatus de los trabajadores de las empresas públicas y éstos constituyen una parte crucial del Partido.

– El mantenimiento del sistema de seguridad social basado en las empresas públicas permitiría posponer o evitar problemas.

– China dio prioridad al crecimiento de las grandes áreas urbanas, dejando en segundo lugar las reformas laborales.

Las principales reformas laborales que se llevaron a cabo consistieron en la concesión de mayores poderes a las empresas en la esfera laboral y la introducción del contrato de trabajo.

En el pasado los departamentos estatales de trabajo asignaban los trabajadores directamente a las empresas públicas y colectivas, dejando poco poder de decisión a las últimas. Los reformadores deseaban fomentar la movilidad laboral para satisfacer las necesidades de una economía de mercado cada vez más dinámica. Por ello, se instruyó a los departamentos estatales de trabajo para que ejerciesen su control de forma más selectiva, concediéndose mayor poder a las empresas para contratar y despedir a sus trabajadores.

 

CAPITULO 7

LA CONSOLIDACIÓN DE LAS REFORMAS (1984-1991)