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Una de las habilidades más importantes que ha de tener un traductor es la capacidad de mantener la pasión por el sector a lo largo de su carrera. Esto implica un aprendizaje de por vida y ponerse al día de los avances. El aprendizaje continuo es la capacidad de aplicar diferentes estrategias para poder adaptarse a los últimos avances de su campo.

Al principio de su carrera, los traductores suelen meterse de lleno en el sector. Se suscriben a varios boletines informativos, van a conferencias y seminarios, leen los últimos libros y artículos, y están deseando conocer personas afines a ellos. Esta pasión suele evaporarse cuando el traductor empieza a considerarse un experto que lo sabe todo. Ese experto lidia con el problema de la repetición, de modo que ninguna información nueva parece realmente nueva. En otras palabras, el propio trabajo empieza a ser aburrido. Sin embargo, la mayoría de estos expertos olvidan la importancia de enfocarse en los detalles más que en el conjunto, porque los detalles pueden ofrecer nuevas experiencias en la práctica de la traducción. Esto, a su vez, puede conducir al desarrollo de una nueva perspectiva a gran escala.

La pregunta es obvia: ¿Cómo puedo mantener esa energía y pasión juveniles para estar continuamente aprendiendo y mejorando a la vez que me siento satisfecho? El mejor consejo que se me ocurre, además del de enfocarse en los detalles, es simplemente el de convertir esas cosas en un hábito. La diferencia entre profesionales y amateurs es que los profesionales pueden trabajar sin una inspiración; hacen su trabajo siempre a la misma hora.  Así que la sugerencia sería, por ejemplo, emplear una hora diaria en aprender cosas nuevas y en relacionarte con gente nueva del sector. Cuando acabe la semana, podrás analizar tu progreso.

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