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La torre de Pisa es el campanario de la catedral de la ciudad de Pisa. Es el símbolo principal de la ciudad y uno de los más importantes de Italia. Cualquier turista la elige, junto con Florencia, a la hora de hacer un tour por Italia.

Esta magnífica obra de la arquitectura fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987 y se encuentra en la Plaza de los Milagros. Esta plaza tiene algo de particular, porque normalmente las catedrales en las ciudades italianas están en el centro, pero en Pisa esta plaza se sitúa en una zona un poco periférica, lejos del célebre río Arno y de las calles medievales del casco antiguo.

Mide 56 metros de altura y para alcanzar la última planta hay que subir 296 escalones a través de una escalera de caracol. En la última planta encontramos 7 campanas y desde allí tenemos una increíble vista de toda la ciudad.

Está construida en un lujoso mármol de Carrara que atribuye un aspecto muy elegante y limpio a esta obra maestra del arte románico, que se alza majestuosa en el vasto césped de la plaza.

La torre fue construida entre el siglo XII y el siglo XIV; más concretamente, el trabajo de construcción de este magnífico edificio empezó en el año 1173.

Pero, ¿por qué está inclinada?

En teoría, tenía que ser completamente vertical, como todas las torres, pero las cosas no salieron como se esperaba.

Su inclinación se debe al suelo: el terreno de la ciudad es muy blando y fangoso porque está formado principalmente por arena y arcilla. El gran peso del edificio y los cimientos poco profundos en el suelo provocaron el hundimiento de la torre hacia un lado.

Muchas fueron las preocupaciones por su estabilidad.

En los años noventa tuvieron que cerrar la torre al público y el gobierno italiano reunió a un equipo internacional de especialistas, ingenieros y matemáticos para estabilizar la torre sin que se derrumbara, manteniendo su ya característica inclinación.

Hasta el año 2001 no se volvió a abrir al público y ahora se asegura que durante al menos 300 años la torre se mantendrá estable, tal y como la vemos hoy.

Federico Favaro

 

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