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Cuando el ser humano comenzó a escribir hace más de 2000 años, la traducción ya existía. La Piedra de Rosetta figura entre las primeras evidencias de traducción escrita, donde el mismo texto se encuentra escrito en egipcio jeroglífico, egipcio demótico y griego, y sirvió como clave para descifrar el significado de los jeroglíficos egipcios. Desde entonces, la biblia se ha convertido en el libro más traducido en el mundo, siendo traducido a 450 lenguas de forma completa y a más de 2000 de forma parcial. En los últimos años, hemos visto el auge de lo que se puede considerar una competencia para el traductor profesional: la traducción automática.

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Avances tecnológicos

Hoy en día, existe un gran número de herramientas de traducción automática. Google, líder en tecnología, es capaz de traducir texto escrito, la palabra oral , imágenes y videos en tiempo real. Skype Translator, gracias a la tecnología desarrollada por Microsoft, también traduce texto, video y voz en tiempo real. Los usuarios hablan y la traducción se genera de manera “casi instantánea” por el sistema de sintetizador de voz. A fecha de hoy, esta tecnología apoya la traducción de 10 idiomas, incluyendo inglés, castellano, francés, árabe, chino y japonés. Con el paso del tiempo y el avance de esta tecnología, es de esperar que se extienda a muchos más idiomas.

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Para producir sus traducciones, Google también utiliza la tecnología basada en la traducción automática estadística. Al analizar corpus de textos bilingües, como los documentos e informes de las Naciones Unidas y la Unión Europea, se genera una enorme base de datos lingüísticos, de los cuales utiliza modelos estadísticos para traducir entre esos idiomas. Debido a esto, produce sus mejores traducciones para los seis idiomas oficiales de la ONU.

Limitaciones

Pero cabe notar que estos sistemas tienen sus límites, sobre todo en cuanto a la gama de temas técnicos. El “Google Translate” sirve para dar al lector una comprensión global de un texto técnico, pero no produce traducciones precisas. Para obtener una traducción especializada y técnica, es necesario contratar a un profesional con un conocimiento específico del sector.

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Además, algunos aspectos hacen difícil la traducción a Google: el lenguaje coloquial o familiar y la gramática. Estos suelen provocar problemas que le hacen producir contenido poco preciso. Basta con buscar por internet y encontrarás una abundancia de artículos sobre errores  de Google a la hora de traducir. A nivel gramático, por ejemplo, le resulta difícil diferenciar entre los tiempos imperfectos y perfectos en lenguas romances. Y debido a su manera de realizar traducciones (utilizando modelos estadísticos basados en textos bilingües), de momento Google es incapaz de producir la misma calidad con idiomas más alejados para los cuales existen menos fuentes de textos bilingües.

Algunos comentarios notan que la automatización puede ser el futuro del sector. Las máquinas todavía no tienen la sensibilidad lingüística de los humanos ni pueden entender matices de significado. Hemos dado bastantes pasos adelante, pero para que remplacen a los traductores, queda mucho por recorrer. Como es el caso en muchos campos, las máquinas ayudan a los traductores más que los reemplazan. Traducir sigue siendo un arte y un oficio, que requiere talento y compromiso.

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Matt Leedham