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A menudo, los conflictos de carácter social implican algunos malentendidos. Los partidos políticos, por ejemplo, en conflicto se comunican a través de lo que dicen (o de lo que no dicen) y de la forma en la que se comportan. Incluso muchas veces, la interacción que se lleva a cabo de forma normal, incluye alguna falta de comunicación, pero el conflicto parece empeorar el problema. Cuando dos personas se encuentran en conflicto, a menudo crean suposiciones sobre la otra persona. Como consecuencia, un hecho que pueda haber parecido inocuo cuando dos partidos eran amigos, ahora puede parecer hostil o amenazante cuando dichos partidos se encuentran en una situación conflictiva.

Toda comunicación dispone de dos partes: emisor y receptor. El primero tiene un mensaje que pretende transmitir, lo crea mediante palabras y dicho mensaje refleja aquello que piensa el emisor. Sin embargo, existen muchos factores que pueden intervenir para que el mensaje no sea recibido con la precisión necesaria.

Si la comunicación es verbal, el tono de voz puede influenciar en la interpretación. Por ejemplo, las palabras de un jefe: «Hey. Me he dado cuenta de que te has tomado un descanso algo largo esta mañana» podría interpretarse como un ataque si lo ha dicho en un tono reprobador, mientras que el comentario puede verse como un pequeño recordatorio sobre las normas de la oficina si se dijo de forma algo más amistosa. Si el empleado tiene problemas de salud que requieran descansos largos, el comentario puede haber sido una pregunta para averiguar qué sucedía y si el empleado necesitaba ayuda. Aquí, el tono de voz, así como otros factores de tipo situacional y de relación podrían influenciar la interpretación del mensaje.

Las señales de carácter no verbal pueden ser importantes. ¿La postura del emisor es abierta y amistosa, o cerrada y fría? ¿La expresión facial es agradable o acusadora? Todos esos factores influencian en cómo se reciben las palabras.

Si el mensaje es ambiguo, el receptor puede que lo adapte a lo que mejor corresponda con sus expectaciones. Por ejemplo, si dos personas están implicadas en un conflicto intenso y cada una de ellas asume que la otra va a ser agresiva y hostil, cualquier mensaje ambiguo será interpretado de forma agresiva y hostil, incluso si no llevaba esa intención. Nuestras expectaciones trabajan como filtros que deforman lo que vemos, formando así nuestras imágenes del mundo.

Las diferencias culturales incrementan la probabilidad de los malentendidos. Si la gente habla varias lenguas, el peligro de una mala traducción es obvio. Sin embargo, si la gente habla la misma lengua, se pueden comunicar de muchas formas diferentes.

La cultura también afecta a la comunicación influenciando las suposiciones del receptor. Como se ha mencionado anteriormente, nuestras mentes intentan retorcer la información para poder encajarla en nuestra forma de ver la vida. Desde que las diferentes culturas tienen diferentes formas de ver la vida, la comunicación multicultural cambia su significado entre emisor y receptor, al mismo tiempo que el emisor puede tener una visión diferente que el receptor.

Dada nuestra tendencia por escuchar lo que esperamos escuchar, es muy fácil para la gente en conflicto crear malentendidos. La comunicación se va a ver modificada, y la gente querrá esconder la verdad. Por tanto, el potencial para los malentendidos es alto, lo que puede hacer la resolución de conflictos algo más difícil.

 

Fuente de la imagen: www.cdn.theatlantic.com